No, ya no soy una talla 8 desde que tenía como 14 años, pero sí, estoy tan cansada de sentirme mal por eso.
Estoy cansada de sentirme menos que los demás, como si no encajara con el resto del mundo porque tengo 20 kilos de más. Estoy cansada de llorar cuando salgo de un probador porque no me queda la ropa que puedo pagar.
Estoy agotada, completamente agotada porque por años me eh estresado y gastado valioso tiempo pensando que mi cuerpo estaba mal. Mi cuerpo nunca ah estado mal, mi mente sí.
Mi mente necesitaba un lavado de cerebro.
Tenemos en nuestra imaginación que está bien esa apariencia genérica, a obsesionarnos ser iguales a y tener un cuerpo libre de imperfecciones. Todo eso se ha convertido en la columna vertebral de nuestra sociedad.
Eterna juventud, elixir quita estrías, té détox, pastillas supresoras. Son prácticamente obligatorias si quieres encajar y lograr lo inalcanzable.
Todas estas cosas nos siguen donde vallamos. Porque a pesar que estamos en Latinoamérica, no aceptamos nuestras curvas naturales.
Se acabo, se unieron las piezas dentro de mí. Muchas lágrimas, búsqueda en mi interior y desarrollo en mi autoestima, me han permitido respetarme y ser capaz de ver mi cuerpo desnudo sin juzgar y decir soy suficiente.
Siempre eh sido suficiente y siempre lo seré.
Cada vida es única, cada camino recorrido es único y al final le guste a quien le guste estoy viviendo mi vida tratando de estar lo más orgullosa de mi posible. Agradeciendo cada día y apreciando cada avance.
Mi cuerpo no es una herramienta que determina mi valor como mujer.
Mi cuerpo es una maquina increíble. Que me permite disfrutar el mundo. Si lo aceptas o no, no es mi problema. No voy a perder más mi tiempo tratando de defenderme de el “estas más gordita”. Soy la dueña de mi cuerpo y no tengo que ponerle excusas como si necesitara ser perdonado.
Mi cuerpo es una parte de mí, la que ves, solo la que ves, es una parte de un millón más que me componen. No se merece ser expuesto y ridiculizado.
Soy extra talla grande y eso está bien.
Respeto, amo y no me avergüenzo en la piel en la que vivo